Uclés y el Monasterio de la Orden de Santiago

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Uclés y el Monasterio de la Orden de Santiago

Uclés y el Monasterio de la Orden de Santiago

La villa de Uclés es uno de los lugares con más historia de Cuenca, no sólo alberga una de las representaciones más emblemáticas del Renacimiento español, sino que dentro de sus murallas guarda siglos de historia.

 

HISTORIA

Giras la curva del Portillo y ahí está, inmóvil y sereno; cómo dijera Napoleón ante las pirámides de Giza: siglos de historia nos contemplan. Y es que Uclés ha sido testigo de grandes capítulos en nuestra historia. Desde su castillo, hoy en ruinas, y su magnífico monasterio, se han escrito las líneas de un pasado que ha quedado marcado en el devenir de estas tierras de Castilla.

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Uclés posee una situación geográfica estratégica, a escasos 10 km de la A-3, se encuentra junto a una importante vía de comunicación. A una hora de Madrid y a 2 horas de Valencia se convierte en parada obligatoria en esta trayectoria que une el centro del país con la costa valenciana. Aunque muchas veces lugar de paso, cada vez más hay quien lo elige como destino para una escapada rural, la gran riqueza patrimonial, natural y gastronómica de la zona hacen que tenga un fuerte atractivo, por eso te recomendamos Los 10 pueblos de Cuenca que no te puedes perder.

La historia de Uclés se remonta, como en muchos casos, a época prerromana y romana, donde aquí existía un pequeño enclave del que sigue siendo testigo un antiguo santuario acuático, Fuente Redonda, el cual se dedicaba al dios indígena Airón y es hoy en día uno de los principales parajes de Uclés. En este lugar podemos contemplar una fuente circular alimentada por un pequeño riachuelo junto a la que se alza un altar dedicado a esta divinidad prerromana, dios de las aguas profundas, por lo que estaba vinculado al inframundo.

La importancia de la Cuenca romana va a venir guiada por el comercio del lapis specularis, el cristal de Hispania, cuyas minas pueden visitarse actualmente. Cerca de Uclés se encuentran las Minas Romanas de Lapis Specualris la Cueva del Sanabrio, a tan sólo 20km de Uclés y 6km de Huete. Son visitables los fines de semana y os recomendamos reserva previa porque se accede a las minas en grupos reducidos.

Pero su verdadera importancia comienza en la Edad Media, al ser un importante foco de control del territorio por parte de los musulmanes, sobre todo a partir de la inestable época de las Taifas. Uclés pasó de musulmanes a cristianos y viceversa de manera asidua, al situarse en una zona estratégica para el control del Tajo, hasta que tuvo lugar la decisiva batalla de Uclés en el año 1108, donde el rey Alfonso VI perdió a su único hijo varón. Será Alfonso VIII quien conquiste de manera definitivamente Uclés y lo done en primer lugar a la Orden de San Juan (Orden de Malta), para concedérselo después a la Orden de Santiago. Será a partir de este momento cuando Uclés sea un punto de referencia dentro del mapa castellano.

La Soberana Orden Militar y Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta, conocida por la Orden de Malta, se fundó entorno al año 1048, en el marco de las cruzadas. Esta orden tiene un carácter mixto, junto a su actividad hospitalaria, desarrolló acciones militares contra los ejércitos musulmanes, su lema fundacional es Tuitio Fidei et Obsequium Pauperum, defensa de la fe y servicio de los pobres.

La Orden de Santiago se instaló en Uclés e hizo de ésta su Caput Ordinis, es decir, la capital de todo el maestrazgo y centro administrativo de la propia Orden, hecho en el que radica la importancia posterior de Uclés. Para ello se construyó un Monasterio con su correspondiente Iglesia sobre la antigua fortaleza árabe, de la que se conservan las torres del Pontido, Palomar y Albarrana. Pero este complejo sufrió una completa transformación a partir del siglo XVI, dando como resultado el imponente Monasterio que hoy corona tanto Uclés como todo el paisaje en varios kilómetros a la redonda.

Esta orden religiosa y militar se fundó en el siglo XII con el fin de proteger a los peregrinos que acudían a Compostela y de expulsar a los musulmanes de la península ibérica. La fundación religiosa se le atribuye a Alfonso VIII, con la aprobación del papa Alejandro III quien otorgo bula el 5 de julio de 1175. La orden se propagó rápidamente debido a que su regla era menos rígida que otras ordenes, y era la única orden militar que permitía el matrimonio: y para remedio de la flaqueza humana, se permite el matrimonio a los que no pudieran ser continentes […]. Los caballeros de la orden estuvieron presentes en todas las acciones bélicas de la Reconquista y sus territorios se extendieron principalmente por Castilla. La primera acción militar notoria en la que intervinieron fue para ayudar al ejército de su protector Alfonso VIII en la toma de la ciudad de Cuenca, en 1177. Su contribución en dicha conquista fue tan importante que el rey Alfonso VIII cedió terrenos conquistados entre los que ese encontraba Uclés.

Alfonso VIII cedió el control del Castillo de Uclés a los Caballeros de Santiago con el propósito de resguardar tanto esa región como la de Huete de posibles incursiones musulmanas. Aunque el castillo había sido propiedad de la Orden de Malta desde 1163, el rey expresó su insatisfacción con su desempeño durante el tiempo que estuvieron a cargo, ya que no llevaron a cabo acciones destacadas. Por ello retiró la posesión de dicho castillo fronterizo a favor de la Orden de Santiago. El 9 de enero de 1174 se entregó el castillo y la villa de Uclés por Alfonso VIII al maestre de la Orden, Pedro Fernández de Fuentencalada. Una bella miniatura del Tumbo Menor de Castilla muestra este solemne acto al que acudieron los prelados y nobles del reino y Alfonso VIII junto con su esposa Leonor de Inglaterra.

 

MONASTERIO DE UCLES

El Monasterio de Uclés, conocido como El Escorial de la Mancha, comenzó su construcción en 1529 con Carlos I, realizándose su totalidad prácticamente durante la Dinastía Austria, aunque si bien la última fase ya pertenece al reinado de Felipe V, finalizándose en 1735. Las trazas originales son de Enrique Egas. El edificio es una clase magistral de arquitectura e iconografía. En la primera fase del gótico tardío, se construyeron la fachada oriental de estilo plateresco y la sacristía. En el Renacimiento se llevó a cabo la edificación de la iglesia, así como las fachadas norte y oeste en estilo herreriano. La última etapa, correspondiente al barroco, se caracterizó por la creación de la imponente fachada sur, la construcción del claustro y la realización de la destacada escalera principal.

Una de las primeras estancias realizadas es el refectorio cuya techumbre está rematada por uno de los mejores artesonados de madera de España, presidido por el Emperador Carlos V y 36 casetones octogonales con retratos de personajes ilustres. Uno de los casetones alberga una enigmática representación de un esqueleto con corona de conde con la inscripción “vosotros, nobles varones, sabed que a nadie perdono”, recordando la vacuidad de la vida y la certeza de la muerte. Del mismo modo, la sacristía, es una de las salas más impresionantes del estilo plateresco, donde la huella de Andrés de Vandelvira está presente. En la primavera de 1530, Andrés de Vandelvira llegó a Uclés, como maestro de cantería bajo la dirección de su suegro, el arquitecto Francisco de Luna.

Su fachada principal es sobrecogedora, realizada en estilo churrigueresco, se atribuye a Pedro de Ribera. Fue uno de los arquitectos más importantes del barroco español, discípulo de José Benito de Churriguera, continuo con su estilo exuberante y profuso. Su maestría se plasma en la concepción de la fachada sur a modo de retablo, con una profusa ornamentación enmarcada por pilastras decorativas. Según ascendemos la vista Ribera nos despliega todo un repertorio iconográfico a base de leones, cruces, músicos, trofeos, guerreros… toda una apoteosis de la orden hasta ser coronada por la figura de busto de Santiago blandiendo una espada en la que reza la inscripción fidei defensio (defensa de la fe). También en la base del torso puede leerse caput ordinis, aludiendo al carácter del edificio.

Atravesando el pórtico llegamos a su espectacular claustro del XVIII ordenado en dos cuerpos y 36 arcos de medio punto. El piso inferior se abre al centro del patio presidido por un bellísimo brocal de estilo barroco encargado de custodiar el antiguo aljibe. La galería porticada se abre a través de una arquería que presenta una decoración sencilla con pilastras adosadas y arcos de medio punto en cuya clave encontramos una decoración individualizada. En el piso superior se cierra la galería a través de una balconada con columnas adosadas y una decoración muy sobria. Actualmente, en este espacio se dan citas culturales que adquieren gran belleza en su representación.

Y sobre todo el conjunto arquitectónico sobresale la iglesia, de estilo herreriano, terminada en 1598 y realizada por Francisco de Mora. Su construcción le valió el sobrenombre de el Escorial de La Mancha. La arquitectura herreriana nace de la mano de Juan de Herrera con la construcción del Monasterio de El Escorial, por ello la intervención de discípulos de Herrera le dan el sobrenombre a Uclés. Conformada por una única nave de planta de cruz latina con capillas laterales. La nave principal se cubre con una imponente bóveda de cañón con lunetos. El crucero con cúpula gallonada, obra de Antonio Segura, descansa sobre pechinas ornamentadas y se corona con una linterna de notable altura. Los cuatro pilares toscanos que sostienen la cúpula aportan gran elegancia a la composición arquitectónica. Externamente, la  torre se remata con un chapitel de pizarra tan característico del estilo herreriano, culminando se encuentra una esfera de cobre, sobre la cual se desplaza una veleta en forma de gigantesco gallo, y en la cúspide, una cruz de Santiago.

Bajo el suelo del Monasterio, aunque en paradero desconocido, se encuentra la tumba de uno de nuestros poetas más insignes, Jorge Manrique, cuyas famosas coplas dedicó a su padre enterrado también en Uclés.

 

En el enclave de Uclés, la memoria se entrelaza con la arquitectura, forjando una experiencia imborrable en cada visitante. Este sitio, impregnado de historia, despierta una sensación única que perdura en la memoria colectiva. La majestuosidad de sus estructuras arquitectónicas, testigos silentes de la Reconquista, envuelve a quienes lo exploran en un viaje temporal hacia ese periodo trascendental. Uclés se erige como un testimonio vivo de la grandeza arquitectónica medieval, donde cada piedra es parte de la historia. La visita a este enclave no deja indiferente a nadie, pues sus monumentos y paisajes evocan la época en que la Reconquista marcó el devenir de la península ibérica. El aura de Uclés es cautivadora, y aquellos que una vez han experimentado su encanto, se ven inevitablemente atraídos a repetir la experiencia. Su emblemático monasterio transporta al visitante a un escenario donde el pasado cobra vida de manera tangible.

 



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