Lo que nunca te han contado de buscar setas

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Lo que nunca te han contado de buscar setas

Lo que nunca te han contado de buscar setas

¿Existe el plan perfecto para buscar setas? ¿Expectativa vs. Realidad? ¿Tus experiencias micológicas se parecen más a una peli de Tim Burton o a un anuncio del Dechatlon? Hoy te contamos todo aquello que no se dice sobre buscar setas.

Amanece una preciosa mañana de otoño, en la radio suena Van Morrison con su chica de ojos marrones y piensas hoy va a ser. Despiertas con un beso a tu pareja y le musitas algo así como hoy es el gran día. Entre risas y tostadas empiezas a contarle tu plan perfecto: ¡¡hoy llenareis la cesta de setas!! Por su cara percibes que estas demasiado emocionado y que solo son las 8 de la mañana, da igual, queda un largo día por delante para disfrutar. Y como siempre te ha dicho tu abuela “a quien madruga dios le ayuda”.

Es el momento de empezar a equiparse y a ti solo se te viene a la cabeza una palabra:  trekking. O eso es lo que leíste en aquel gran pasillo de donde fuiste cogiendo uno de cada. Aunque durante el ultimo mes te prometiste volver a apuntarte al gimnasio, la realidad es que este año no has corrido ni para coger el autobús, y al ponerte las zapatillas por un momento te cuestionas si quizás 4 horas de ruta sean demasiadas, da igual, hoy es el gran día.

Estas listo y tienes todo preparado: un pequeño almuerzo, las cestas, dos navajillas, un rollo de papel, un lápiz y libreta. Hace 3 años cuando volviste con los dibujos de aquellas especies que no conocías fue como jugar al Piccionary (aunque yo tenía el Dicciopinta) con Juan Carlos.

¡Y allá vais, la sierra os espera! Sincronizas aquel podcast que escuchaste hace meses sobre dónde ir a buscar setas en Madrid y repites como un mantra: voy a encontrar setas, voy a encontrar setas, voy a encontrar setas… si funcionaba con Bitelchus porque no con las setas. Pero de repente te encuentras en el mismo atasco que viviste el lunes, el martes, el miércoles, el jueves… porque hoy es domingo, es noviembre, y hace un día de solecito estupendo, y miles de madrileños han tenido la misma idea que tú. Así que decides cambiar de planes, cambias de rodal y os marcháis a la aventura, hoy toca experimentar.

Después de dos horas y media de coche llegáis al último rincón del mundo, por lo menos eso os parece, allí donde sólo hay un par de coches. Os bajáis, cargáis los equipos seteros y antes de comenzar respiras, ya estás donde querías estar, o bastante similar, si no fuera porque esta zona de umbría esta bastante encharcada de las lluvias de esta semana y tus botas de trekking nuevas hubiesen preferido quedarse en el banquillo y que hubiesen saltado al terreno de juego aquellas viejas katiuskas.

De repente ves a un matrimonio de esos que tienen entre 50 y 80 años, se mantienen perfectos, y regresan con unas hermosas cestas llenas de boletus. Buen rodal, os dicen sonriendo mientras que se quitan las botas y se suben al coche. Tu sonríes con envidia porque ellos lo han conseguido, han superado la crisis de la cesta vacía y se van orgullosos a por esa tan deseada primera caña de la mañana. No pasa nada, te subes la cremallera de la parka, coges la cesta y con navajilla en mano comienzas a surcar los bosques en busca del preciado tesoro.

A la quinta piedra que intentas cortar aprendes la diferencia entre piedras y setas, vamos prosperando, y sigues caminando, caminas… y de repente, a lo lejos, una pequeña luz te atrae, sonríes y comienzas una torpe carrera hacia tu tesoro agitando la navaja mientras gritas ¡mía, mía, mía!  3 pasos antes de lanzarte al suelo a por ella descubres que no está en el suelo sino en lo alto de una moñiga, mirándote, casi parece sonreírte irónicamente, sin embargo mientras tu cerebro le manda señales a tu cuerpo de que pare algo falla, serán las botas, sabías que te tenías que comprar un número menos, tus pies chocan entre sí, la navaja sale disparada dando vueltas, tu cuerpo comienza un ligero ascenso para luego iniciar una lenta y torpe caída, y justo en el momento que te das por vencido e imaginas una escena de las de Leo Bassi, un atisbo de tu complexión atlética hace poner las manos frente a tu cara y salvar el golpe, y la dignidad.

Menos mal, sabías que era tu día de suerte y decides coger esa seta, que mágicamente te ha salvado, aunque en otro post comentaremos el tipo de magia que esconden sus sustancias psicotrópicas y alucinógenas. Con tu seta alucinógena en la mano, la alzas, tu figura aparece recortada entre las nubes y juras a lo Scarlett O´hara no volver a irte de ruta de setas sin un profesional. No sufras, los chicxs de Cuenqueando estamos aquí para salvar tus otoños de las crisis de las cestas vacías. ¡Os vemos en la próxima Ruta Micológica!



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