- publicado 28.11.2025
- por Cuenqueando
- enoturismo
Ruta Huete subterránea: entre cuevas y vinos
La historia de un territorio no siempre se levanta sobre sus calles. A veces, se excava bajo ellas. En muchos pueblos, generaciones enteras moldearon la roca para trabajar, vivir y conservar aquello que les daba sustento. De esa herencia nace una ruta singular que recorre tres espacios únicos: una cueva-bodega del siglo XVI, una casa-cueva musealizada tal y cómo se vivía en ella en los años 40 y la bodega de una casa palacio del siglo XVII.
En la Cueva-bodega, el visitante descubre el corazón de la tradición vitivinícola: jaraiz, tinajas y pasillos donde la temperatura constante hacía posible la magia de la fermentación. Es el lugar donde comenzó todo: el vino como economía, cultura y como no, como celebración.


A unos metros, la Choza de la Abuela María ofrece un viaje íntimo a los años 40. Una vivienda excavada en la roca que conserva utensilios, muebles y la esencia de un modo de vida austero pero lleno de autenticidad. Entrar allí es entender cómo se vivía cuando la tierra era refugio y hogar. La Abuela María nos brinda el testimonio de aquellas madres coraje que sobrevivieron a una guerra como modelos de valentía y entrega.

La ruta concluye en la bodega de un palacio del siglo XVII, en la Casa del Conde de Garcinarro, donde el vino adquiere un nuevo significado: símbolo de prestigio, punto de encuentro, expresión de refinamiento. Es también el escenario de una degustación final que enlaza pasado y presente.
Esta experiencia conjunta revela algo esencial: bajo la superficie se despliega una historia común hecha de trabajo, memoria y celebración. Una invitación a mirar la tierra no como suelo, sino como archivo vivo de quienes la habitaron.
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