Cuenca desde las alturas: El Triforio de la Catedral de Cuenca

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Cuenca desde las alturas: El Triforio de la Catedral de Cuenca

Cuenca desde las alturas: El Triforio de la Catedral de Cuenca

La Catedral de Cuenca nos apasiona por su belleza, su luminosidad y por la magia que en ella se respira. Y si hay un sitio desde donde se perciben todas esas sensaciones, ese es el Triforio, un lugar que hasta hace poco tiempo no era posible visitar y que ahora resulta un privilegio para todos aquellos que se acercan a la ciudad de Cuenca.
 
Para los que no sepáis qué es el Triforio, una definición muy resumida sería: “pequeña nave que se sitúa sobre las naves laterales del edificio, comunicada con la central a través de unas pequeñas galerías, además de poseer un pequeño pasillo o espacio de circulación,  el cual era utilizado para llevar a cabo principalmente las labores de mantenimiento”.
 
Dejando de lado un poco las definiciones, hoy os hablamos de nuestra experiencia subiéndonos a las alturas de la Catedral de Cuenca, y que os invitamos a que descubrais en nuestros tours en Cuenca.
 
Comenzamos junto a una pequeña puerta nos da paso al inicio del ascenso, por medio de una pequeña escalera de caracol, hacia lo que será nuestra aventura hacia el cielo catedralicio. Nada más traspasar la primera puerta nos reciben las impresionantes vistas de la plaza Mayor desde las alturas, donde podemos apreciar no sólo parte de los edificios característicos del Casco Antiguo sino también una vista panorámica de la ciudad nueva y de la Hoz del Júcar, con sus impresionantes relieves y paisaje natural, característicos del lugar donde nos encontramos.
 
Junto a ello, no podemos dejar de percibir que nos situamos bajo el primer arco de fachada de la catedral, desde donde observar los diferentes detalles y relieves arquitectónicos, así como, la labra de la figuras que constituyen la propia fachada, siendo imposible percibir los detalles de las mismas sin encontrarnos a este nivel de altitud.
 
La siguiente parada del recorrido nos adentra en el interior de la Catedral, donde la visión de la nave central es imponente. Desde la pasarela situada a los pies del edificio, podemos admirar toda la impresionante arquitectura y las diferentes partes en que está dividida: al fondo, el Altar Mayor, seguido del crucero, el coro y bajo nosotros, frente a la puerta Central, la talla inmejorable de la Santa Cena de Marco Pérez.
 
Desde las alturas, el visitante puede apreciar la composición del edificio, el pequeño espacio y acceso entre arcadas del triforio, las diferentes vidrieras situadas sobre él que permiten la iluminación del edificio gótico, los fuertes  nervios de las bóvedas que se unen en las diferentes claves, la altura del edificio, la forma de sus arcos, los remates; características éstas que alejan al edificio gótico de sus antecesores románicos.
 
Desde arriba son varios los detalles que se aprecian: el gran rosetón policromado de la propia fachada a nuestras espaldas, las diferentes vidrieras de creación abstracta con los diferentes colores reflejando  al sol y creando pequeños reflejos cromáticos sobre los arcos apuntados de las naves laterales del edificio. También se puede obervar la composición escultórica de ángeles presentes en cada sección del Triforio que custodian las alturas, algunos con miradas esquivas y otros vigilantes, unos sonríen incluso y otros, aún muestran restos de la policromía con la que estuvieron cubiertos tiempo atrás.
 
Es un espectáculo digno de contemplar, pues dependiendo de la hora del día en la que te encuentres, podrás ver cómo la luz baña la catedral de diferentes colores, por diferentes vidrieras y lugares, mostrando rincones desconocidos y acentuando otros que incluso creías conocer.
 
 
No queremos marcharnos, nos gustaría quedarnos un rato más viendo cómo la luz cambia, cómo los visitantes a la catedral deambulan por ella conociendo sus rincones y su historia, intentando descubrir qué más hay que no se haya descubierto ya desde esa perspectiva pero debemos continuar.
 
La última parada nos saca de nuevo de la zona interior de la catedral, de nuevo  estamos sobre la fachada principal del edificio, cambiando la  perspectiva de las vistas que nos ofrecen del exterior de la ciudad pero no sólo debemos mirar hacia el exterior, sino que dándonos  la vuelta sobre nosotros mismos,  podemos observar las formas externas de la catedral, del propio edificio, que asciende en altura,  a más incluso de la que nosotros nos encontramos en ese momento.
 
De esta forma, observando el exterior del edificio y contemplando el paisaje conquense por última vez, descendemos por una nueva escalera de caracol que nos conducirá hacia la salida o bien hacia el inicio de la visita al interior catedralicio.
 
 Una vez terminada la visita podemos decir que, con  este nuevo espacio, Cuenca amplía su oferta turística dando a conocer nuevos lugares y rincones hasta ahora desconocidos pero también y de este modo, se suma a la lista de ciudades y edificios patrimonio que están dando acceso a lugares hasta el momento restringidos, como es el caso de interiores de cúpulas, paseos por Tribunas y Triforios como en la Catedral de Santiago o incluso paseos por techumbres externas como en las Catedrales de Sevilla o Salamanca.
 
Ya tienes nuevo plan para cuenquear estos días... con altura!


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